La derecha desde las cenizas: la voz del recambio
El Mercurio 22 Diciembre 2013 Cuerpo D p. 24 Reportajes.
Hasta cuándo y hasta qué fondo llegará la temporada de «los cuchillos largos» que se desató implacable esta semana es algo que está por verse.
SI UNA EXPERIENCIA POSITIVA deja en la derecha la larga y traumática elección presidencial es -aparte del ejemplo de reciedumbre y nobleza de Evelyn Matthei- el empujón que dio a la generación del recambio en la última etapa de la campaña.
El efecto ha sido un remezón: cuando se habla en estas horas avergonzadas de cómo puede el sector levantarse desde las cenizas, las expectativas vienen de la mano de la jubilación de muchos próceres por décadas y de la irrupción en serio de las caras de la renovación.
Decidí entonces conversar sueltamente con dos personajes que prometen para los tiempos que vienen. Los diputados Ernesto Silva (UDI) y Cristián Monckeberg (RN). Ambos pintan para asumir responsabilidades en sus partidos, tienen las ganas y la disposición; pero no van mucho más allá por el momento. Se diría que cada cual por su lado ha aprendido lo dañina que es la lógica de la confrontación con altavoces. «Yo no estoy para los codazos», me diría Silva cuando le toqué el tema de suceder a Melero, situación por la que muchos apuestan.
Por supuesto que no es solamente desde la UDI y RN desde donde asoma el recambio; están Evópoli -con su sangre joven, pero con el leve peso que le da un solo diputado- y el naciente Piñerismo que irá perfilando su feligresía en los meses que vienen desde la Fundación anunciada por el Presidente -que entonces será ex-.
Por supuesto que no es solamente desde la UDI y RN desde donde asoma el recambio; están Evópoli -con su sangre joven, pero con el leve peso que le da un solo diputado- y el naciente Piñerismo que irá perfilando su feligresía en los meses que vienen desde la Fundación anunciada por el Presidente -que entonces será ex-.
1.- ¿CÓMO VEN, CADA UNO DESDE SU PARTIDO, EL ASCENSO AL EVEREST QUE SIGNIFICA RECUPERAR EL PODER Y LA FE DE LA DERECHA?
Ernesto Silva parte por destacar que «nosotros en la UDI vamos a tener un núcleo cohesionado como para poder construir algo; no estamos desamparados». Se refiere fundamentalmente a la bancada de diputados y a un grupo de alcaldes -menciona a Rodrigo Delgado, a Nora Cuevas, a Francisco de la Maza- «que tienen un contacto muy directo con la gente como para mirar lo que está pasando en Chile».
Buena noticia para este propósito ha sido sin duda el reclutamiento de los ministros Rodrigo Pérez y Félix de Vicente esta semana.
La tarea del momento para Silva se llama «construir una oferta». Y el objetivo es uno y muy concreto: responder con ella a las inquietudes de ese millón 400 mil chilenos que votaron por Piñera en la elección anterior y que ahora, según sus cálculos, simplemente no votaron, porque Bachelet ganó con los mismos votos de siempre, no con más.
La UDI, según Silva, está al debe con esa respuesta. «No creo que esa gente no nos apoyó esta vez porque no defendiéramos mucho los principios de la libertad, o porque no habláramos del matrimonio homosexual. No fue en clave política que dejaron de votar por nosotros. El punto es que no hemos dado respuestas concretas al mundo popular emergente». Su propuesta es elaborar -«ahora, en enero»- una agenda con las cosas que les preocupan a las personas. No solo en lo que tiene que ver con las tradicionales demandas en salud, educación y seguridad, sino en cómo hace más amable su vida. «Tenemos que hablarle a ese mundo que confió en nosotros como alternativa a la Concertación, porque podía haber una vida mejor, y que siente que su vida está progresando, pero no a la velocidad que quisiera. Y está disconforme con la vida en comunidad. No se siente protegido». Esa es para él una premisa anterior a «preocuparte de quién va a dirigir el partido».
«Nuestra generación nunca va a liderar la UDI en propiedad si no tenemos una propuesta de futuro. Ese es el orden. No es agarrarse a codazos por el liderazgo».
Ernesto Silva parte por destacar que «nosotros en la UDI vamos a tener un núcleo cohesionado como para poder construir algo; no estamos desamparados». Se refiere fundamentalmente a la bancada de diputados y a un grupo de alcaldes -menciona a Rodrigo Delgado, a Nora Cuevas, a Francisco de la Maza- «que tienen un contacto muy directo con la gente como para mirar lo que está pasando en Chile».
Buena noticia para este propósito ha sido sin duda el reclutamiento de los ministros Rodrigo Pérez y Félix de Vicente esta semana.
La tarea del momento para Silva se llama «construir una oferta». Y el objetivo es uno y muy concreto: responder con ella a las inquietudes de ese millón 400 mil chilenos que votaron por Piñera en la elección anterior y que ahora, según sus cálculos, simplemente no votaron, porque Bachelet ganó con los mismos votos de siempre, no con más.
La UDI, según Silva, está al debe con esa respuesta. «No creo que esa gente no nos apoyó esta vez porque no defendiéramos mucho los principios de la libertad, o porque no habláramos del matrimonio homosexual. No fue en clave política que dejaron de votar por nosotros. El punto es que no hemos dado respuestas concretas al mundo popular emergente». Su propuesta es elaborar -«ahora, en enero»- una agenda con las cosas que les preocupan a las personas. No solo en lo que tiene que ver con las tradicionales demandas en salud, educación y seguridad, sino en cómo hace más amable su vida. «Tenemos que hablarle a ese mundo que confió en nosotros como alternativa a la Concertación, porque podía haber una vida mejor, y que siente que su vida está progresando, pero no a la velocidad que quisiera. Y está disconforme con la vida en comunidad. No se siente protegido». Esa es para él una premisa anterior a «preocuparte de quién va a dirigir el partido».
«Nuestra generación nunca va a liderar la UDI en propiedad si no tenemos una propuesta de futuro. Ese es el orden. No es agarrarse a codazos por el liderazgo».
Desde la camada joven de Renovación Nacional, el diputado Monckeberg mira hacia el futuro con un plan de «separarse de la agenda ochentera». Pero la orden del día es otra: enfrentar el temporal de las renuncias al partido. Fuera de la esperada del senador Horvath y las que con él coincidieron, de la ex embajadora Carmen Ibáñez y Hernán Larraín Matte, son otras las que más preocupan hoy: el cuarteto de diputados que conforman Marcela Sabat, Karla Rubilar, Pedro Browne y Joaquín Godoy estaría al borde del precipicio.
«Las renuncias son un desastre», dice sin ningún ánimo de disimulo el diputado Monckeberg.
Por su parte, está comprometido en el propósito de «renovar la dirigencia del partido con gente que no ha estado en la primera línea», pero se plantea con cautela. «Ya hicimos un intento el 2010 y perdimos».
«Hoy la situación es distinta. A RN le hace falta urgente la instalación de un equipo nuevo que conduzca al partido. Carlos Larraín consolidó un trabajo que nos llevó al gobierno, se ordenó en torno a un objetivo y construyó una relación de armonía con la UDI en los tiempos de Larraín-Larraín. Hoy, al haber terminado el gobierno como terminó, tiene que venir un recambio de dirigentes, un equipo que refresque y que cuide por igual los liderazgos con proyección presidencial que nuestro partido tiene».
Esa es la generación de la segunda línea la que tiene en la mira dejar de lado las visiones que predominaron en los 80, sostiene.
«Es esa lógica política que dividió a la gente entre el Sí y el No, los buenos y los malos, la que prefiere ser oposición y no gobierno y defender lo que se creó en esos años. Todo eso hay que desterrarlo y cambiarlo por mirar hacia delante, defender y proyectar nuestras ideas, más que atrincherarse.»
Tres son los escenarios que se barajan en RN en estas horas turbulentas, de acuerdo a lo que conversé con varios de sus dirigentes en las últimas horas. Descartada la posibilidad de una reelección de Carlos Larraín, la alternativa uno es vista como fratricida: dos listas compitiendo, los cercanos al piñerismo versus los directivos actuales. El escenario dos es el que apuesta a una convivencia entre los dos sectores, en los cuales Lily Pérez, por un lado, y Francisco Chahuán, por el otro, son los emblemáticos… pero la verdad es que el escepticismo rodea aún a esta fórmula. Y está la tercera, que aboga por un liderazgo fuerte que tome el timón y el rumbo; es cuando asoma Allamand, quien, sin embargo, desde la misma noche del 15 se instaló como referente opositor en el Senado a tiempo completo. Y él ha dicho también que el populoso Santiago Poniente le dará mucho que hacer.
«Las renuncias son un desastre», dice sin ningún ánimo de disimulo el diputado Monckeberg.
Por su parte, está comprometido en el propósito de «renovar la dirigencia del partido con gente que no ha estado en la primera línea», pero se plantea con cautela. «Ya hicimos un intento el 2010 y perdimos».
«Hoy la situación es distinta. A RN le hace falta urgente la instalación de un equipo nuevo que conduzca al partido. Carlos Larraín consolidó un trabajo que nos llevó al gobierno, se ordenó en torno a un objetivo y construyó una relación de armonía con la UDI en los tiempos de Larraín-Larraín. Hoy, al haber terminado el gobierno como terminó, tiene que venir un recambio de dirigentes, un equipo que refresque y que cuide por igual los liderazgos con proyección presidencial que nuestro partido tiene».
Esa es la generación de la segunda línea la que tiene en la mira dejar de lado las visiones que predominaron en los 80, sostiene.
«Es esa lógica política que dividió a la gente entre el Sí y el No, los buenos y los malos, la que prefiere ser oposición y no gobierno y defender lo que se creó en esos años. Todo eso hay que desterrarlo y cambiarlo por mirar hacia delante, defender y proyectar nuestras ideas, más que atrincherarse.»
Tres son los escenarios que se barajan en RN en estas horas turbulentas, de acuerdo a lo que conversé con varios de sus dirigentes en las últimas horas. Descartada la posibilidad de una reelección de Carlos Larraín, la alternativa uno es vista como fratricida: dos listas compitiendo, los cercanos al piñerismo versus los directivos actuales. El escenario dos es el que apuesta a una convivencia entre los dos sectores, en los cuales Lily Pérez, por un lado, y Francisco Chahuán, por el otro, son los emblemáticos… pero la verdad es que el escepticismo rodea aún a esta fórmula. Y está la tercera, que aboga por un liderazgo fuerte que tome el timón y el rumbo; es cuando asoma Allamand, quien, sin embargo, desde la misma noche del 15 se instaló como referente opositor en el Senado a tiempo completo. Y él ha dicho también que el populoso Santiago Poniente le dará mucho que hacer.
2.- ¿CUÁNTO FORTALECE Y CUÁNTO DESGASTA LA AUTOCRÍTICA DESCARNADA QUE HA COPADO LA SEMANA DE LA DERROTA?
«Darle como caja al gobierno» en esta temporada de cuchilladas es un error, coinciden mis entrevistados. Y también extenderla por mucho rato. Ojo, dice Silva, «los encargados de dedicarse a criticar al gobierno son los de la Concertación, no nosotros. Nosotros tenemos que cuidar nuestra obra. Si no queremos que sea simplemente un paréntesis, lo que tenemos que hacer es cuidar la obra del gobierno, no matarla».
La mirada de Monckeberg: «Ojalá en estas dos o tres semanas se hable todo y se diga todo. Pero tiene límites. No me parece adecuado que un parlamentario diga cosas como que no vota por Piñera si es candidato de nuevo, porque eso es una ofensa más que crítica política. Tampoco me parece eso de tirarse la pelota de acá para allá. Lo interesante es que en este proceso cada cual mire su propio ombligo para analizar los errores que se cometieron, y lo hagan en forma honesta. Pero sin quedarse anclados. Algunos tendrán que asumir los costos por haber perdido. Todos los que hemos estado en estos cuatro años, unos en primera línea y otros en segunda línea, todos tenemos responsabilidades».
Y la de Silva: «Cualquier mirada crítica para mí tiene que tener un juicio al rol que la UDI ha tenido en el gobierno. Por cuidar la unidad, no fuimos capaces de hacer planteamientos políticos nítidos y en ese sentido no ayudamos con la fuerza que se necesitaba. Discutir a esta hora sobre el papel que jugó el gobierno es como una discusión añeja. Ya está más que hecha… para la elección municipal, cuando abrió la discusión tributaria, para los 40 años del golpe. Ahora somos los partidos los que tenemos que analizar cuál ha sido nuestro déficit».
«Darle como caja al gobierno» en esta temporada de cuchilladas es un error, coinciden mis entrevistados. Y también extenderla por mucho rato. Ojo, dice Silva, «los encargados de dedicarse a criticar al gobierno son los de la Concertación, no nosotros. Nosotros tenemos que cuidar nuestra obra. Si no queremos que sea simplemente un paréntesis, lo que tenemos que hacer es cuidar la obra del gobierno, no matarla».
La mirada de Monckeberg: «Ojalá en estas dos o tres semanas se hable todo y se diga todo. Pero tiene límites. No me parece adecuado que un parlamentario diga cosas como que no vota por Piñera si es candidato de nuevo, porque eso es una ofensa más que crítica política. Tampoco me parece eso de tirarse la pelota de acá para allá. Lo interesante es que en este proceso cada cual mire su propio ombligo para analizar los errores que se cometieron, y lo hagan en forma honesta. Pero sin quedarse anclados. Algunos tendrán que asumir los costos por haber perdido. Todos los que hemos estado en estos cuatro años, unos en primera línea y otros en segunda línea, todos tenemos responsabilidades».
Y la de Silva: «Cualquier mirada crítica para mí tiene que tener un juicio al rol que la UDI ha tenido en el gobierno. Por cuidar la unidad, no fuimos capaces de hacer planteamientos políticos nítidos y en ese sentido no ayudamos con la fuerza que se necesitaba. Discutir a esta hora sobre el papel que jugó el gobierno es como una discusión añeja. Ya está más que hecha… para la elección municipal, cuando abrió la discusión tributaria, para los 40 años del golpe. Ahora somos los partidos los que tenemos que analizar cuál ha sido nuestro déficit».
3.- ¿CÓMO SE SOBREVIVE EN UN MUNDO PARLAMENTARIO DONDE LA NUEVA MAYORÍA TIENE LOS VOTOS PARA PASAR LA APLANADORA, Y SOLO NECESITA A LA DERECHA PARA CAMBIAR LA CONSTITUCIÓN?
«Nos necesitarán», argumenta Ernesto Silva. Y se explaya con la actitud del árabe que espera a la entrada de su carpa.
«En materia tributaria, ellos ya se dieron cuenta de que no pueden hacer lo que dicen, conocen las consecuencias que tiene la eliminación del FUT, a pesar de que tienen todos los votos. Y tampoco es realista ni posible realizar todo cuanto han prometido en educación». Entonces van a necesitar excusas y culpables, concluye.
«Si lo llevamos a la reforma constitucional y al procedimiento, también están enredados. Cambiar la Constitución como lo han planteado es un crimen. Como no se puede hacer, y como no se van a exponer a saltarse la institucionalidad, tienen que provocar un debate en que digan que hay alguien que no quiere los cambios y que ellos sí los quieren hacer. Para eso necesitan a la UDI. Y para poder validar uno, dos o tres acuerdos van a tratar de hacer algún tipo de acuerdos con RN».
«Nos necesitarán», argumenta Ernesto Silva. Y se explaya con la actitud del árabe que espera a la entrada de su carpa.
«En materia tributaria, ellos ya se dieron cuenta de que no pueden hacer lo que dicen, conocen las consecuencias que tiene la eliminación del FUT, a pesar de que tienen todos los votos. Y tampoco es realista ni posible realizar todo cuanto han prometido en educación». Entonces van a necesitar excusas y culpables, concluye.
«Si lo llevamos a la reforma constitucional y al procedimiento, también están enredados. Cambiar la Constitución como lo han planteado es un crimen. Como no se puede hacer, y como no se van a exponer a saltarse la institucionalidad, tienen que provocar un debate en que digan que hay alguien que no quiere los cambios y que ellos sí los quieren hacer. Para eso necesitan a la UDI. Y para poder validar uno, dos o tres acuerdos van a tratar de hacer algún tipo de acuerdos con RN».
Su declaración de principios como UDI es que están listos para ser oposición al gobierno de la Nueva Mayoría.
«Seremos políticamente duros con la agenda de propuestas. Si nos dicen Reforma Constitucional, nosotros diremos salas cuna; si dicen Reforma Tributaria, nosotros diremos más empleos. Propondremos y propondremos temas de los que a la gente le importan».
-Entonces, ¿no está la UDI disponible para trabajar acuerdos?
-Estaremos siempre para acuerdos de verdad, como el que hicimos el 2005 con Lagos. En la medida de que lo que esté por delante sea importante, cosas positivas para el país, que valgan la pena. Acuerdos para subir impuestos y eliminar el FUT, de ninguna manera.
«Nos necesitarán», dice también el diputado Monckeberg.
Su argumentación: «A la Nueva Mayoría se le acabó la disculpa de echarle la culpa a la derecha. Todas las leyes de quórum simple -la tributaria, la laboral, y muchas de educación- no necesitan nuestros votos. El conflicto será entonces dentro del conglomerado y muy devastador, entre la izquierda más radical y los más de centro, que van a tratar de frenar ese avasallamiento. Estos últimos nos van a necesitar a nosotros.
Monckeberg se pronuncia desde ya no disponible para ir «al salvataje de las discrepancias ideológicas de la Nueva Mayoría». Nosotros seremos oposición, señala. «Hay que dejarlos que gobiernen; se ufanaron de eso».
-¿Entonces cómo ve usted el manejo de eventuales acuerdos entre los partidos del nuevo gobierno y RN en el Congreso?
-Cuando se nos requiera en algún tema de importancia y se nos llame, pero realmente para discutir proyectos desde el comienzo y desde el fondo, y que nuestra opinión sea importante, estaremos presente.
Está a la espera del espectáculo que avizora en el segundo semestre, cuando el gobierno tenga que cumplir con su promesa de hacer una Nueva Constitución.
«Seguro que parte de la Nueva Mayoría va a echar por delante a la ciudadanía organizada para poder presionar, porque aquí sí que necesitan los votos nuestros. Van a tratar de envolvernos en la presión de la gente. Lo veo un camino peligroso».
Lo que también intentarán desde el nuevo gobierno, sostienen tanto el diputado UDI como el RN, es abrir cuñas entre los dos partidos. Y lo más posible es que tengan éxito, admiten con honestidad. Como siempre, se ven en cuatro años más, llevándose a veces bien y a veces mal. «Con una opción de Alianza», concluye Silva. «Más cerca de la DC, pero en ningún caso en una coalición de centro que deje a la UDI fuera, arrinconada a la derecha», concluye Monckeberg.
«Seremos políticamente duros con la agenda de propuestas. Si nos dicen Reforma Constitucional, nosotros diremos salas cuna; si dicen Reforma Tributaria, nosotros diremos más empleos. Propondremos y propondremos temas de los que a la gente le importan».
-Entonces, ¿no está la UDI disponible para trabajar acuerdos?
-Estaremos siempre para acuerdos de verdad, como el que hicimos el 2005 con Lagos. En la medida de que lo que esté por delante sea importante, cosas positivas para el país, que valgan la pena. Acuerdos para subir impuestos y eliminar el FUT, de ninguna manera.
«Nos necesitarán», dice también el diputado Monckeberg.
Su argumentación: «A la Nueva Mayoría se le acabó la disculpa de echarle la culpa a la derecha. Todas las leyes de quórum simple -la tributaria, la laboral, y muchas de educación- no necesitan nuestros votos. El conflicto será entonces dentro del conglomerado y muy devastador, entre la izquierda más radical y los más de centro, que van a tratar de frenar ese avasallamiento. Estos últimos nos van a necesitar a nosotros.
Monckeberg se pronuncia desde ya no disponible para ir «al salvataje de las discrepancias ideológicas de la Nueva Mayoría». Nosotros seremos oposición, señala. «Hay que dejarlos que gobiernen; se ufanaron de eso».
-¿Entonces cómo ve usted el manejo de eventuales acuerdos entre los partidos del nuevo gobierno y RN en el Congreso?
-Cuando se nos requiera en algún tema de importancia y se nos llame, pero realmente para discutir proyectos desde el comienzo y desde el fondo, y que nuestra opinión sea importante, estaremos presente.
Está a la espera del espectáculo que avizora en el segundo semestre, cuando el gobierno tenga que cumplir con su promesa de hacer una Nueva Constitución.
«Seguro que parte de la Nueva Mayoría va a echar por delante a la ciudadanía organizada para poder presionar, porque aquí sí que necesitan los votos nuestros. Van a tratar de envolvernos en la presión de la gente. Lo veo un camino peligroso».
Lo que también intentarán desde el nuevo gobierno, sostienen tanto el diputado UDI como el RN, es abrir cuñas entre los dos partidos. Y lo más posible es que tengan éxito, admiten con honestidad. Como siempre, se ven en cuatro años más, llevándose a veces bien y a veces mal. «Con una opción de Alianza», concluye Silva. «Más cerca de la DC, pero en ningún caso en una coalición de centro que deje a la UDI fuera, arrinconada a la derecha», concluye Monckeberg.
Autor: Por Pilar Vergara
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