Un futuro que nos una
DESDE QUE asumí como presidente de la UDI, mi meta ha sido que el partido fortalezca su identidad, historia y valores, pero sobre todo que intervenga con mucha fuerza en el debate por el futuro. Hoy, al cumplirse seis meses del gobierno de la Nueva Mayoría y 41 años del 11 de septiembre de 1973, mantengo la misma posición: que el futuro nos una en lo que el pasado nos dividió.
Estos seis meses de gobierno han demostrado que las ideas no se imponen, que nadie es dueño de la verdad y que la ideología no puede primar sobre el sentido común. Los últimos 41 años demuestran lo mismo, que no podemos seguir anclados en un proceso de transición que en realidad terminó hace mucho tiempo.
Las ideas, el fanatismo, el resentimiento e incluso el dolor no nos pueden hacer perder de vista la necesidad de trabajar por el futuro. No podemos estancarnos y dividirnos por llamar a lo que sucedió hace cuatro décadas dictadura o gobierno militar.
Las nuevas generaciones de centroderecha necesitan identidad y apertura, historia y futuro, y no caer en la trampa de un sector de la izquierda que pretende encerrarnos en un debate sobre el pasado. En 2003, la UDI ya fijó posición sobre el gobierno militar y los derechos humanos en un documento titulado «La paz ahora». Sus postulados están más vigentes que nunca: ¿»La sociedad también tiene una demanda y una necesidad: la paz. Ella debe iluminar la acción política, para que sus respuestas jurídicas no ahonden el dolor, pero tampoco la división.
El tiempo debe constituirse en un elemento que presione por soluciones y no que favorezca, con su indiferencia, a que las heridas sigan abiertas». En esa búsqueda de paz y reconciliación, nadie puede restarse de una condena fuerte y clara a las dictaduras y las violaciones a los derechos humanos, vengan de donde vengan.
El respeto a la dignidad humana no es monopolio de nadie y no puede convertirse en una lucha sesgada y particular, según convenga. El llamado a las nuevas generaciones de izquierda es a ser coherentes para que juntos asumamos la defensa de los derechos de quienes hoy están privados de libertad por expresar sus ideas en todo el mundo. ¿Qué sienten los chilenos cuando se habla de esta fecha? Pienso en Julio Sánchez, un floridano de clase media, casado, con dos hijos.
Para él, hoy sería un día común si no fuera 11 de septiembre. Lo que más le preocupa es que al volver a casa se registrarán hechos de violencia, el Transantiago tardará más de lo común en pasar, que el colegio particular subvencionado de sus hijos ya anunció que, producto de la reforma educacional, cerrará; que la operación de su madre se postergó tras el paro en el Hospital del Salvador y que la empresa donde trabaja su señora reducirá personal como efecto del frenazo de la economía. Los chilenos como Julio no quieren mirar al pasado, sino dar a sus hijos una vida mejor.
Esperan vivir en paz y estar seguros. No quieren sentirse presos de la incertidumbre y menos del Estado. Los chilenos se están proyectando 41 años hacia el futuro. Pertenezco a una generación que no había nacido en 1973 y que no tenía edad para votar en 1988, que tiene opinión sobre nuestra historia, pero tolera visiones diferentes, que creció en democracia y no se imagina la vida sin ella. Valoramos la libertad de expresión, ejercer el derecho a voto, la alternancia en el poder, así como también rechazamos la violencia, sea cual sea su origen.
Estos seis meses de gobierno y estos 41 años de historia dejan la misma enseñanza: no perder jamás la sintonía con la realidad y no permitir que ninguna ideología atente contra los cimientos de esta hermosa casa, en la que vivimos todos y que se llama Chile.
Ernesto Silva M
Presidente de la UDI
Fuente: La Tercera – Versión impresa – 11 de septiembre de 2014