Microclima legislativo en Valparaíso
La Segunda, 16/09/2010.
Parece que en Valparaíso existe un microclima que incide en las decisiones legislativas. Un microclima que acentúa las pasiones, que es susceptible al ruido de las tribunas, y que puede ser consecuencia de un diseño institucional que requiere revisión al alero del Bicentenario.
Quienes llevan más tiempo dicen que siempre ha sido igual. Pero no por eso deja de ser preocupante.
Los últimos meses aportan varios ejemplos del ambiente legislativo. Primero fue la decisión del Congreso de aumentar de uno a dos la cantidad de días feriados por el Bicentenario. Después, vino la decisión de transformar en irrenunciables para el comercio dos días de estas fiestas.
Ayer, por otra parte, y al calor del debate del impuesto específico a la minería, se señalaba con liviandad que no importa subir los impuestos porque no afectará la inversión, mientras otros nostálgicos de los setenta volvieron a la carga clamando por la nacionalización de recursos como el cobre, ganando por supuesto los calurosos aplausos de los dirigentes mineros en las tribunas.
El riesgo de esta forma de legislar es ceder a la tentación del populismo. Por ello, es necesario revisar qué está pasando.
Adicionalmente al ambiente legislativo recién mencionado, el proceso de formación de las leyes está mostrando también falencias. No son pocos los proyectos que requieren volver al Congreso para ser enmendados después de su publicación por imprecisiones o errores menores.
Por otra parte, los roles de las cámaras del Congreso está generando también un debate. Por años el Senado funcionó como cámara moderadora y revisora. Hoy, ese rol está cambiando y pareciera que se está transformando en una segunda cámara política, replicando en parte el rol de la Cámara de Diputados.
Por todo lo anterior, es momento oportuno para revisar la institucionalidad del Congreso, con el objeto de abordar algunos de sus desafíos centrales. En primer término, cómo enfrentar el microclima de los grupos de presión e interés, evitando las tentaciones populistas. En segundo lugar, cómo enfrentar el proceso de aseguramiento de la calidad de las leyes, en una sociedad donde las regulaciones son cada vez más complejas y donde el Congreso hoy no dispone de todos los elementos para asegurar siempre el producto legislativo. En tercer lugar, revisar el rol de las dos cámaras del Congreso, en un Senado que hoy pareciera cambiar de rol y acercarse a una segunda cámara política.
La política se construye a partir de un proceso de contradicción de argumentos y de expresión de diferencias, y el Congreso es fundamental en la generación de los cambios y de las decisiones públicas. El Bicentenario es una buena oportunidad para analizar en profundidad su institucionalidad.