¿De qué igualdad estamos hablando?
Esta semana tuvo lugar en la sede de la OCDE en París el foro anual del club de los países más ricos del mundo. La pregunta central del encuentro fue la siguiente: ¿Cómo pasar de la indignación y la desigualdad a la inclusión y la integridad? El llamado, por su parte, fue a avanzar hacia un crecimiento económico inclusivo. La agenda del foro estuvo marcada por el tremendo desánimo que se vive en el viejo continente. La confianza en el marco institucional y en la capacidad del sistema político para hacer frente a la recesión, a los altos niveles de desempleo, a las movilizaciones sociales, y a indicadores como el crecimiento y la desigualdad están hoy seriamente cuestionados. Datos de los países OCDE nos muestran que en las últimas décadas la desigualdad de ingresos ha aumentado, y la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen se ha acentuado. En 2008, la OCDE publicó un reporte titulado “Growing Unequal”, relativo a la distribución del ingreso y la pobreza en sus países miembros. El año pasado fue el turno del reporte titulado “Divided we Stand”, profundizando las causas del aumento en la desigualdad. Hoy asumimos principalmente una definición de desigualdad basada en diferencias de ingresos, pero son varias las interrogantes que debemos relacionar al debate: ¿Qué entendemos por desigualdad?, ¿Debe ser el foco de la política pública combatirla?, ¿Debe ser la misma estrategia tanto en países desarrollados como no desarrollados? La definición de igualdad y desigualdad es sin duda el punto central. Diferentes definiciones de ella conducen a distintas decisiones de políticas públicas. Si la definición es potenciar la igualdad de oportunidades, el camino será la educación y acceso al trabajo digno. Si la definición es la igualdad de ingresos, para algunos el foco será la redistribución. Por ello, antes de avanzar en la estrategia ante la desigualdad, debemos tener un debate a fondo sobre qué tipo de igualdad queremos para Chile. Sin debate o acuerdo sobre las definiciones previas, la estrategia ante la desigualdad se transforma en una discusión sin sentido. Creo con convicción que el objetivo a lograr es la igualdad de oportunidades, donde el mérito individual es el que genera la diferencia. En su estudio por cohortes generacionales, Claudio Sapelli nos muestra que en las nuevas generaciones la distribución del ingreso está mejorando como consecuencia del acceso a la educación superior. En relación a la estrategia a seguir, debemos diferenciar entre países desarrollados y en vías de desarrollo. La OCDE llama a la acción directa contra la desigualdad, promoviendo un crecimiento económico con un componente de mayor redistribución e inclusión. Si el llamado es a mejorar la distribución de ingresos, el foco debieran ser los desarrollados, ya que los países subdesarrollados y en vías de desarrollo tienen aún otra tarea: disminuir la pobreza y lograr que más personas accedan a oportunidades. Aun cuando seamos parte de la OCDE, no somos parte de los países ricos. Es prioritario entonces mantener el foco en el combate a la pobreza y en la generación de igualdad de oportunidades dignas y relevantes, verdaderos motores de movilidad social.
Diputado Ernesto Silva M (Diario Financiero) – 28 de Mayo 2012.