Una agenda para la creación de empleos
En vísperas del 1 de mayo y después de meses de especial dedicación a los problemas derivados del terremoto y maremoto que sufrió nuestro país, es tiempo de retomar la discusión sobre cómo enfrentamos los desafíos del trabajo y de los trabajadores en Chile. La instalación del nuevo gobierno y de la ministra del Trabajo, Camila Merino, plantea la interrogante sobre cuáles serán las prioridades de la agenda laboral.
A mi juicio, la agenda del gobierno del Presidente Piñera en esta materia tiene una clara prioridad y consiste no sólo en crear más empleos, sino empleos de calidad. De todos los temas relacionados con el desarrollo de políticas laborales y de vinculación entre trabajadores y empresarios, ninguno tiene más impacto en el desarrollo de las familias y en las oportunidades de las personas que la creación de más y buenos trabajos.
Si Chile tuviera tasas de participación laboral similares a las del promedio de la Ocde, algo más de un millón de personas adicionales estarían trabajando en nuestro país. Y si nos comparamos con Estados Unidos, alrededor de 1,5 millón más de personas estarían dentro del sistema. Al hacer el ejercicio de pensar cuántos recursos generarían esos empleos -considerando un sueldo promedio-, nuestra economía tendría alrededor de ocho mil millones de dólares adicionales de ingreso.
Para lograr crear más trabajos se requiere ser capaz de conectar con las necesidades de los principales grupos que hoy están fuera del mercado laboral: mujeres y jóvenes.
Aun cuando Chile ha mostrado algunos progresos en la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, estos logros son escasos e insuficientes. Nuestra tasa de participación femenina es bajísima al compararnos con países de la Ocde, pero es más baja aun al compararnos con economías como la de Estados Unidos. En este ámbito, la meta debiera ser alcanzar en un futuro cercano tasas de participación femenina que superen el 50%. Y en este punto, el gobierno de Sebastián Piñera es claro: creará una comisión especial para revisar la participación de las mujeres en el mercado laboral, incorporando instrumentos como teletrabajo y jornadas parciales, entre otros.
En materia de jóvenes, nuestra realidad también es deficiente. No sólo estamos mal al compararnos con países desarrollados, sino también al compararnos con países cercanos, como Brasil. En este punto, la clave es flexibilidad e incentivos para incorporar a los jóvenes al mercado del trabajo.
Un segundo pilar en la agenda laboral debe ser avanzar en la productividad, a través de mejores sistemas de capacitación y perfeccionamiento de los trabajadores. Ya es historia conocida que en los últimos años esta variable ha decaído, con la consecuente pérdida de competitividad para las empresas. Esto debemos revertirlo y generar condiciones de flexibilidad y capacitación que permitan retomar la senda de la productividad.
Una condición para avanzar con éxito hacia estos objetivos debe ser un esfuerzo conjunto entre el Ejecutivo, los trabajadores, los empleadores y el Congreso. La llegada de un nuevo gobierno y de nuevas personas genera una oportunidad para todos de construir confianzas y dejar de lado prejuicios e ideas preconcebidas. Yo veo con optimismo que lograremos una agenda relevante de creación de más y mejores empleos.
Por eso, no sólo veo sin traumas este primer 1 de mayo con un gobierno de la Coalición por el Cambio, sino que también podemos apreciar una agenda clara y una ministra siempre dispuesta a abrir puentes de diálogo.
Diputado Ernesto Silva M (La Tercera) – 29 de abril 2010